Agosto en Madrid de 2002, calor, mucho calor para una estancia de paso buscando el mar. La galería de arte Carmen de la Guerra estaba en nuestro camino desde hacía años. Carmen de la Guerra con su gran personalidad y experiencia, ha promovido un espacio de arte auténticamente cosmopolita con propuestas arriesgadas, escuchando a los artistas, buscando nuevas maneras de acercar el arte al público. Disfrutamos de muchas inauguraciones, a las primeras acompañados de Fausto Fernández, amigo, periodista y mucho más (¡cuántas entrevistas para la radio!), y siempre nos sentimos como en casa. Así pués, valientes, pero un poco alocados, en busca de un sueño, abandonamos el refugio de la habitación climatizada del hotel con el portátil y un DVD. Callejeamos brevemente hasta la galería buscando sombras casi imposibles. Apenas doscientos metros entre salida y llegada, pero con 40 grados plantados en todo el recorrido, agradeces que al final se encuentre Duero. No nos conocíamos ni teníamos cita y sin embargo nos recibió con extraordinario interés. Vió HUMAN NW y al día siguiente, ya con Carmen, cerramos fecha para exponer en Abril del año siguiente. Iba a ser nuestra primera exposición seria en Madrid y Duero estaba allí. En la actualidad es curator independiente.
Arte y Tecnología, por Javier Duero
Una de las varias acepciones que el diccionario de la RAE admite sobre el término tecnología, “Lenguaje propio de una ciencia o de un arte”, reconoce ya, desde una perspectiva académica, la interrelación teórica que existe actualmente entre la tecnología y el arte.
Partiendo de esta premisa y con la aceptación generalizada de que en los últimos 30 años nuestra sociedad ha mutado en significativos parámetros, cuestionando variables sociológicas como la economía de mercado del sistema capitalista, la política del bienestar de la socialdemocracia, el arte analógico en formato físico y la religión de carácter dogmático, podemos ya aventurar que la revolución tecnológica en la que nos encontramos inmersos va a configurar la nueva forma de crear, producir, exhibir, difundir y vender las obras artísticas en las próximas décadas.
El artista que utiliza tecnología en su proceso creativo asume un reto sin precedentes. La técnica como herramienta se enfrenta a la idea artística en abstracción. Como resultado de esta contienda se configura la intención del artista, percibida de forma objetiva por parte del espectador, y el carácter de la obra, de interpretación subjetiva por parte del mismo. Intención y carácter son los elementos principales que reflejan la relevancia estética, política, social y cultural de una obra de arte. Existe, por tanto, un conflicto obvio en los nuevos procesos de creación que cuestiona los parámetros tradicionales de análisis y aproximación a la creación artística. Después de más de una década de ensimismamiento tecnológico en la que la experimentación y la investigación han primado sobre la creación, se está produciendo una reflexión que pone en evidencia el conflicto mencionado anteriormente y que invita a los artistas a realizar la aproximación a su obra de forma más autónoma respecto a los medios tecnológicos que la configuran. La tecnología es un macro soporte dividido en múltiples micro formatos, que nunca deberían convertirse en el principal sujeto creativo de una obra. Sólo en el caso de las invenciones de ingeniería orientadas a mejorar nuestro bienestar y calidad de vida, se podría justificar
un dominante tecnológico como eje creativo.
La producción de obra que integra tecnología digital es compleja y costosa. En este proceso el artista se enfrenta a una realidad determinada por numerosas variables que condicionan su proceso creativo y cuestionan su intención artística. Sólo galerías o instituciones dotadas de presupuestos pueden acometer estos proyectos de forma que la independencia creativa del artista quede a salvo de la propia dinámica alienante del método de producción. Los diferentes actores participantes en este proceso (diseñadores, ingenieros, productores, compositores, etc.) son integrados positivamente en un núcleo creativo vivo que el artista dirige, pero del que indudablemente recibe feedback en forma de contaminación artística de carácter positivo y que actúa como neutralizante sobre los efectos de alienación mencionados con anterioridad.
La complejidad tecnológica de las nuevas obras de arte y los requerimientos técnicos de montaje, referentes a emplazamiento, iluminación, sonido, hardware, software, interfaces y nuevos soportes, junto con la dificultad de crear una argumentación teórica y justificación artística sólida y transmitible al público no iniciado, ha situado al curator en una posición clave al asumir éste parte del proceso creativo de la etapa final del proceso de producción que corresponde a la factura final de los trabajos y a la exhibición de los distintos artefactos tecnológicos en un espacio expositivo no comercial. En otro sentido, comisariar, producir, organizar y gestionar una exposición en una galería comercial que implique obra en nuevos medios se plantea como un enorme desafío a la hora de superar las contradicciones existentes entre un mercado de ventas tradicional, un proceso de producción repleto de elementos alienantes sobre la creación y una incomprensión generalizada a reconocer como artísticos todos aquellos trabajos que no son realizados en un soporte físico tangible.
La difusión de arte producido con nuevos medios exigirá la creación de nuevos agentes, muchos de ellos virtuales, que gestionen en red, las múltiples opciones de transmisión y exhibición que se darán en el futuro, una vez que el mercado haya asumido la desaparición de los formatos físicos y los nuevos roles de los agentes de producción. Cómo se va a vender el arte tecnológico en el futuro?. En un mundo dominado por redes y no por mercados tradicionales, no existirá el concepto comprador-vendedor. Las relaciones se establecerán entre proveedores y usuarios que no intercambian las propiedades, sino que éstas se alquilarán, cederán o transferirán temporalmente. Tanto en el caso de propiedades físicas como intelectuales el productor será el propietario y los demás seremos usuarios temporales de esa obra. En los mercados actuales de distribución de video arte y nuevos medios ya se puede aventurar esta interrelación cuando nos referimos a los derechos de exhibición y propiedad intelectual y la forma en que estos se gestionan.
El papel de los coleccionistas privados y las instituciones que realizan compras para sus colecciones permanentes será crucial en el sentido de que adopten una actitud visionaria y desprejuiciada respecto al arte de nuevos medios e intervengan en un Mercado cuyas producciones van a ser generadas por centros de artistas autogestionados, fundaciones sin ánimo de lucro, labs creativos yjk centros de arte de carácter social.
© Javier Duero, Curator Independiente. Madrid
|